Quisiera que al leer este estado puedan leerlo en el tono adecuado y si parezco presumido o arrogante mis disculpas de antemano. Aún corriendo ese riesgo creo que debo decirlo, “Dios suplirá lo que falta”. Siendo kinesiologo de profesión se me invitó a hacer un curso de estilo de vida sana en Origenes (Algarrobo).
Sinceramente que no me reportaría un certificado que agregar al currículum.
Sin embargo, perdí mi fuente laboral (calificador de discapacidad en Compin) y quede cesante por un año. Ya sin recursos y poca esperanza de encontrar trabajo, decidí ir a aprender a este centro. Entré cesante y con un IMC de 26.7 (con 76 kg de peso y 24% de grasa).
Vi milagros, todos los días, milagros de esos de relatos misioneros a la antigua. Y fui parte de esos milagros. Personas sencillas sin títulos pomposos “enseñándome” hidroterapia y masajes (reglamento del ejercicio de la profesión de kinesiologo estipula que es este profesional el facultado para eso. Lo que no es sinónimo de exclusividad. Tema para otra publicación).Pero dónde está el secreto CAMBIO de paradigma.
Estuve internado 20 días, mientras mi esposa cuidaba de nuestras hijas. Fui a casa para verlas y una vecina tenía una venda en su pierna. Celulitis. Ya sin esperanza en tratamiento convencional de antibióticos y otras cosas, le señalé que un baño de contraste sería muy útil, a la vez que le dije: el ingrediente más importante es la fe en Dios. Al terminar mi curso (mi tratamiento la verdad) mi Dios me tenía un trabajo, baje 6 kg en esos 20 días y 19% de grasa corporal.
Ya en casa mi vecina daba gloria a Dios porque ya no tenía ni rastros de su celulitis que la atormentó por más de 6 meses. Hace poco compartí en mi muro un video de este tipo. Puede parecer “irresponsable” pero ante la disyuntiva de no contar con centros de salud disponibles, hospitales y/o clínicas, qué chance queda para el pueblo de Dios y la humanidad: recurrir a los medios que Dios ha provisto en la naturaleza para su sanidad, que dicho sea de paso siempre han estado disponibles.
A su vez si “recibisteis de gracia, dad de gracia” por lo que cada miembro de iglesia debe transformarse en un promotor de salud. Es cierto que tenemos muchos defectos pero Dios no espera un “santo” para que sea fuente de bendición, sino un pobre de corazón que esté dispuesto a ser usado por Él.
Que Dios les bendiga es mi sincero deseo.
Oscar Vargas Astudillo